lunes, 23 de marzo de 2009

AGUA PARA CASTILLA-LA MANCHA

Bucear por la Red se antoja un ejercicio cada vez más cotidiano, a la par que necesario, si el deseo del navegante cibernético es estar informado de la actualidad.


En una de esas incursiones, cada vez más frecuentes, he tenido la ocasión de leer un Editorial, publicado en Diario de Castilla-La Mancha, sobre la manifestación de Murcia contra nuestro Estatuto de Autonomía.


Reconozco que no he sentido la suficiente tentación –esto de la escritura es un ejercicio de grado- como para sentarme a plasmar mi pensamiento al respecto del agua. Porque seamos sinceros, el Estatuto preocupa en tanto en cuanto plantea la posibilidad de que finalice el Trasvase entre las cuencas del Tajo y del Segura. No obstante, considero un ejercicio de cinismo la manifestación del pasado 18 de marzo en Murcia.


En la historia de la Democracia en España, desde 1978 –desconozco si antes se produjo tal circunstancia-, nunca había tenido lugar un ejercicio de injerencia tan lamentable como el que protagonizaron los líderes murcianos y valencianos, al respecto de la autonomía que, tal y como le confiere la Constitución Española de 1978, ejerce Castilla-La Mancha, con libertad para plantear la normativa que la Carta Magna le atribuye en el título octavo.


Como bien afirma esta Editorial, nunca antes tuvo tanta relevancia el vocablo “autonomía”. No sólo no permiten que ejerzamos libremente nuestra voluntad como ente regional, sino que además sufrimos el insulto y la desconsideración de quiénes desean enriquecerse a costa de recursos que no poseen; con obras faraónicas auspiciadas por regímenes autoritarios que, menoscabando la pretérita voluntad de nuestros paisanos en los duros años de la Dictadura franquista, golpean con dureza los cimientos del desarrollo sostenible bien entendido.


En la EGB aprendimos la escala de medidas, y nos enseñaron qué era un metro, un decámetro, un hectómetro y un kilómetro. El desmán del Trasvase, nos ha servido para conocer cuánto cabe en un hectómetro cúbico –el estadio Santiago Bernabéu, aproximadamente, rebosando agua-, y reafirmarnos en nuestros postulados. El Trasvase debe finalizar, por varias razones, pero la fundamental es QUE NO NOS SOBRA AGUA.


Hace quince días, tuve ocasión de visitar las localidades ribereñas de Buendía y Villalba del Rey –ambas en Cuenca-, así como Tinajas, a escasos 3 ó 4 kilómetros del Embalse de Buendía.


Es lamentable oír, por boca de sus vecinos, que el 95% de las casas de estos municipios disponen de depósitos para hacer frente a la sequía que sufren en los cálidos meses de julio y agosto. Y que aún así, reciben agua para consumo humano en cisternas en la mencionada temporada, pues no tienen garantizado el abastecimiento en condiciones dignas de calidad y cantidad.


Y mientras localidades cuyos términos municipales están surcados por los embalses de cabecera del Río Tajo, los vecinos que las habitan ven pasar el agua para regar campos de golf, garantizar el suministro de grandes infraestructuras hoteleras e imponentes urbanizaciones o, simplemente, regar la huerta murciana y valenciana.


Los responsables levantinos argumentan que el agua es objeto de contraprestación económica, pagándola a muy buen precio. ¿Alguien les ha dicho que no queremos dinero? Queremos agua, el agua que por derecho nos pertenece, porque si la zona de los Ribereños dispusiese de las oportunidades de uso de este recurso hídrico, otro gallo cantaría a estos municipios y sus habitantes.


Tal vez podríamos contar con centrales de generación energética, promoviendo puestos de trabajo adecuados a las necesidades de los ribereños; o con vastas extensiones de cultivos de regadío; o con pequeños negocios que, bajo la óptica del ocio y el turismo, permitiesen puestos de trabajo a colectivos como la mujer y los jóvenes;…


Eso es lo que el levante, con su oposición a la finalización del Trasvase, o en el mejor de los casos a la existencia de una lámina permanente de agua de 600 Hm3, está consiguiendo: negar las lícitas aspiraciones de 22 municipios –y una comarca mucho más amplia- que sufrieron el capricho de un dictador, cuyo futuro pasa por un Estatuto consensuado en las Cortes Regionales, y que, alguna fuerza política, tras alcanzar un acuerdo a nivel nacional, se opone a su aprobación, mostrando una disparidad de criterios difícilmente entendible, máxime cuando una decisión de tal índole, está subordinada a la voluntad de Murcia y la Comunidad Valenciana.


En las próximas elecciones autonómicas, yo me pensaría mucho el sentido de mi voto si fuese vecino de alguno de los Ribereños. Porque votar PP, significaría votar en favor de la voluntad de Murcia y Valencia. Un probable destino residencial para muchos de ellos si esto sigue así.


http://www.dclm.es/news/120/ARTICLE/25288/2009-03-18.html


http://www.eldigitalcastillalamancha.es/articulo.asp?idarticulo=50906&deportes=0


Que el tiempo no os cambie.



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