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miércoles, 28 de enero de 2009

BREVE EJERCICIO DE MEMORIA HISTÓRICA

La atención mediática de este 27 de enero de 2009, que ya nos ha dejado, ha pasado, como no podría ser de otra manera, por la estelar participación del Presidente Rodríguez Zapatero en el programa "Tengo una pregunta para usted".
Llevo todo el día enervado; tengo que admitirlo. Y cuanto más oigo comentarios radiofónicos, leo opiniones y ojeo los titulares de la prensa, escrita y digital, más valoro lo que mi Presidente hizo anoche.
Partamos de la base de que no son necesarias explicaciones que definan la situación económica a que nos enfrentamos. Hemos de hacer frente a una etapa de crisis, nacional, europea, mundial, galáctica -este último extremo está por confirmar-, y el objetivo más inmediato es generar cuántos mecanismos estén a nuestro alcance para poner fin a este despropósito.
Pero antes de rasgarnos las vestiduras, observemos algunos elementos que deberían hacernos recapacitar sobre el porqué de tamaña fractura.
No hace muchos meses, adquirir una vivienda en propiedad suponía un valiente ejercicio de arrojo, a la par que de inconsciencia, pues suponía hipotecar nuestras vidas y la de nuestros hijos. Todo por 70 metros cuadrados en un segundo, con opción a parking y piscina.
Era lógico pensar que mantener el ritmo de vida a que nos acostumbramos, muy por encima de nuestras posibilidades, no podía durar mucho. Una herencia -todo debe ser dicho- que recibimos de las políticas liberalizadoras del suelo que practicó el anterior ejecutivo en el gobierno, el de José María Aznar.
Hagamos ahora un ejercicio de memoria... situémonos en Portugal, en el Archipiélago de las Azores. Infausto recuerdo el de aquel día.
Aquéllas armas de destrucción masiva que nos aseguraron tenía Irak, con el posterior ataque a una sociedad en todos sus estamentos, culminó en un encrespamiento de las relaciones oriente- occidente, con el consabido incremento de los precios del crudo, y su extraordiaria repercusión, a peor, sobre las economías familiares.
Dos circunstancias que ahora parecen olvidarse, pero que unidas a la poca diligencia con que las entidades bancarias ofrecían los créditos y la falta de escrúpulos de los pequeños -y grandes- inversores que, haciendo de su capa un sayo, invirtieron en todo lo que olía a ladrillo para lucrarse por la vía rápida -siempre a costa de los mismos-, nos hizo crecer sobre unos cimientos irreales y carentes de cualquier elemento de sujección que los protegiese de los vientos con que, en numerosas ocasiones, sopla la economía.
Cuando las mentes pensantes de este país de la piel de toro ayer movieron sus plumas, y lanzaron sus improperios radiofónicos al -supuestamente- lastimoso papel que interpretó nuestro Presidente del Gobierno, con especial virulencia en la escasez de propuestas y anuncios para el futuro, éste que escribe no tiene por menos que hacer un breve ejercicio de memoria histórica para buscar dónde hunde sus raíces este desmán.
Alguien dijo que el mayor pecado de los españoles era la ausencia de memoria histórica. Lo que entonces no creí, hoy suscribo a pies juntillas. Pero mayor es, si cabe, la falta de rigor con que estos avezados aprendices de críticos elaboran sus propuestas.
Acusar a Zapatero, tan sólo, de querer llegar a la población, aún sin propuestas válidas para el futuro cercano, no es sino un ejercicio de vulgaridad que raya la indecencia. Porque en los tiempos que corren, mostrar confianza en el futuro y generarla entre la ciudadanía es más valioso que cualquier ejercicio de electoralismo adelantado que pueda realizarse.
Hubiese querido el mismo ejercicio de valentía para enfrentarse a la población del Presidente Aznar y sus acólitos, incluido el sector episcopal, cuando la sociedad española enarbolaba banderas y tomaba las calles por injusticias tan graves como guerras ilegales, la extremada subida de los precios de la vivienda o la falta de rigor en las condiciones laborales que se ofrecían a los trabajadores.
Me gustó la actitud del presidente; me gustó su arrojo y su aplomo; me gustó la pasión con la que intentó lidiar algún que otro morlaco que más quería buscar la taleguilla que envestir a la muleta. Y me gustó la cercanía y la comprensión que mostró.
Una crisis que, sin partir del interior de nuestras fronteras, ha encontrado acomodo entre los ignorantes de pro que han iniciado una nueva cruzada -no cabe duda de que son los mismos que entonces invadieron Oriente para convertir a los herejes- para convertirnos en la religión única, la que instauró el asombroso -en muchos sentidos y ninguno positivo- José Mª Aznar.
Siempre preferiré a los que se equivocan por acción, y no por omisión. ¿Le suena, Sr. Rajoy?.

martes, 27 de enero de 2009

ESTRENO BITÁCORA

Inauguro mi diario.
No sé si es buen día; creo que la entrevista del Presidente de Gobierno en el Programa "Tengo una pregunta para usted..." me deja cierto margen para comentar algo que no se centre en la crisis, en la trama de espionaje del PP de Madrid o en los procesos electorales que próximamente se celebrarán en Galicia y en el País Vasco. Supongo que es un soplo de aire fresco. En 8 años de Gobierno de José Mª Aznar, las apariciones en televisión y los debates fueron poco menos que un hecho utópico que recordábamos de los añorados tiempos de Felipe González. Afortunadamente, Rodríguez Zapatero muestra un empeño desmesurado por llegar con su mensaje a la desencantada ciudadanía.
Desencantada, sí, porque cuando los problemas acechan más cerca de lo conveniente, la ciudadanía tiende a caminar por la calle del medio y buscar fantasmas donde no los hay. Y la prueba la tuvimos anoche, con una muestra de la sociedad española que culpa a un ejecutivo, al Gobierno de todos los españoles, de una crisis de ámbito global, mundial, que afecta a todos los sectores, y que es la prueba más latente de que el "laissez faire, laissez passer" es un intento por conseguir que los más poderosos tengan más, y el pueblo, al que menos oportunidades se le concede, disponga cada vez de menos recursos.
Estoy convencido de que nuestro Presidente supo, desde que le plantearon la posibilidad de aparecer en el programa en cuestión, a qué se iba a enfrentar. Y tal vez, por ello, doy más valor a su aparición de anoche.
Sacar conclusiones a toro pasado, como dirían a lo largo y ancho de mi región, resulta sencillo a la par que oportunista, fundamentalmente porque cualquiera de nosotros, ante tamaña situación financiera, tal vez escondiese la cabeza bajo el ala. Nuestro Presidente salió a contestar aquéllo que le preocupaba a la ciudadanía; la crisis, sí, pero también intentos, con cierto tufo a rancio, por desacreditar su comportamiento ante la injusticia de la guerra en Irak.
Habrá quién piense que para eso es el Presidente del Gobierno, y que si no puede dar respuestas a problemas reales, es mejor que no hubiese optado a la presidencia.
Tras varios lustros de bonanza económica, a este Gobierno le ha tocado hacer frente a una situación socioeconómica complicada, y en cuya solución está echando mano de todos los recursos a su alcance. Valiente ejemplo, que reafirma mi confianza en el Ejecutivo y en su Presidente.
Los recelosos, aquéllos en los que prima su ideología política por encima de las soluciones, aprovechan cualquier resquicio para desacreditar a quiénes están trabajando, sin descanso, por y para la sociedad española. De poco sirve que los medios de comunicación nos muestren los procesos a los que se están viendo sometidas grandes multinacionales, como Philips o ING Direct.
Rodríguez Zapatero hizo un ejercicio de humildad y valentía, el que hubiese deseado por algún ex- presidente para con este país cuando debió decir NO a propuestas bélicas injustificadas.
En cuanto a los críticos que se escudan en los micrófonos, los que se amparan en las colaboraciones con los grandes grupos de comunicación, para los que intentan desacreditar y destruir antes que aportar,..., tenemos un Presidente que, por encima de todo, es humano.
Tal vez una humanidad que antaño echamos de menos en la cabeza del ejecutivo español.
Que cunda el ejemplo.