martes, 31 de marzo de 2009

PP: PROGRESISMO POPULAR



El VIII Congreso de Nuevas Generaciones de Castilla-La Mancha contó con la presencia de la Presidenta Regional, y Secretaria General, del Partido Popular, Mª Dolores de Cospedal.


Como podéis imaginar, no se me perdió nada por aquéllos lares, aunque tampoco tendría inconveniente en mantener con ella un intercambio de opiniones, pues a la vista está que es una mujer sincera, y dice las cosas como son.


Supongo que la alocución que dirigiría al auditorio que la aclamaba, estaría llena de furibundos ataques a la gestión del Partido Socialista, tanto en el ámbito autonómico como nacional. Es de recibo advertir que tampoco le queda a la lideresa Sanchesca mucho margen discursivo, pues el Partido Popular no ostenta el gobierno en las administraciones señaladas, y sólo podría referirse a la “excelente labor” de Pulido en Cuenca, de Romero en Ciudad Real o de Román en Guadalajara.


E insisto en que es sincera en sus valoraciones; y a las pruebas me remito.


Europa Press, en un teletipo en el que daba cuenta de este evento el pasado sábado, recogía algunas de las palabras de la lideresa: “(…) instó a las nuevas generaciones a preocuparse del progreso, y no por el pasado. “El Partido Popular es el partido más joven, tiene treinta años, como la Constitución y como también tenéis Nuevas Generaciones. Por eso, a diferencia de las Juventudes Socialistas y de otras organizaciones juveniles, vosotros tenéis la ventaja de que no queréis mirar hacia atrás”, apuntó.


“No estáis interesados en la memoria histórica, sino que queréis mirar hacia delante. No nos interesa nada hablar de la Guerra Civil (…)”.


Cospedal no quiere hablar del pasado, porque como afirma mi admirado Umberto Eco, hasta los monjes tienen pasado.


Esta indefinida señorita madrileña que igual fríe una camisa que plancha un huevo, y que ha conseguido la cuadratura del circulo eclesial, siendo madre soltera sin varón reconocido que la ayudase en estos menesteres, hija de un ex gobernador de agricultura en la provincia de Albacete en tiempos de Don Francisco, no desea remover ese pasado, porque podría dejarse llevar por sus verdaderas inclinaciones ideológicas.


Y como bien afirma, las Nuevas Generaciones tienen 30 años; ¿acaso podrían tener más? Su existencia más allá del periodo transitorio no hubiese sido posible, principalmente porque abogar por un Estado Constitucional y de derecho –en la actualidad disponen de la defensa, en exclusiva, del estado español, aunando y superando las voluntades de la derecha franquista que renegaron de la Constitución-, además de ser imposible por el escaso margen participativo en la voluntad popular, hubiese sido morder la mano que les daba de comer.


He aquí el quid de la afirmación cospedaliana; esta señorita bien no desea que sus jóvenes cachorros miren hacia atrás, pues podrían correr el riesgo de ensuaciarse con algún desmán procedente de la posguerra; ¿para qué resucitar el pasado? Conocen a la perfección la máxima que afirma que los pueblos que olvidan su pasado, tienden a repetir su historia. Y la lideresa lo sabe muy bien; lo ha aprendido de sus mentores en esto de la política, de la Heroína de Bombay y de la Sílfide Sesentera de Palomares, amén de la teoría recibida por parte del Hombre que quiso ser Rey, y empezó por la boda de la niña en Monasterio a juego con el nacional- catolicismo.


Los líderes de esta derecha, personificada en Cospedal, no quieren que la historia sea removida. Tienen mucho que callar sobre las brabuconerías de algunos de sus antepasados familiares. Y ese recuerdo, aún presente en muchos de nuestros mayores, lamentablemente se va perdiendo en favor de un recuerdo aséptico, objetivo de libros de historia libre de valoraciones, sin mancha. La desgracia de un pueblo, sin vencedores ni vencidos. El resultado final que desean estos nietos del Régimen; unos por miedo; otros, la mayoría, por incultura.


Cospedal personifica una fantástica descripción que José Antonio Labordeta, en su libro Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados, hace de algún ex dirigente popular en el cuatrienio dictatorial que supuso la mayoría absoluta aznariana: hay personas que nacen ricas, se acercan a los círculos ricos y se dan el postín de emplearse en asuntos para ricos; a la hora de la democracia, se apuntó al partido de los señoritos, para seguir siendo eso, señorita.


Como diría Bob Dylan, los tiempos están cambiando; o mejor sería decir que nos los quieren cambiar.


Los señoritos y señoritas de limonada y Retiro, comunión diaria y castidad a lo Gloria Lasso, se han lanzado a conquistar al pueblo con sus proclamas pseudos- progresistas. ¡Miremos adelante!, ¡dejemos atrás el pasado! Mejor enterrémoslo, por lo que pueda aparecer, y convenzamos a los jóvenes ignorantes para que vean en el PP el partido del pueblo –desde luego, su apellido es popular-.


En ello andan.


La historia no puede ser olvidada; y esa es parte de nuestra labor como jóvenes progresistas que abogamos por la cultura y la educación como forma de avance, y para ello no podemos cometer los errores del pasado. Debe ser nuestro legado y nuestro testimonio. Que olviden quienes tengan motivos para esconder. Nosotros, nunca.


Que el tiempo no os cambie.

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