Estoy atónito; para ser sincero, no salgo de mi
asombro desde el pasado 22 de mayo –hoy hace, justamente, un año –, cuando Cospedal
ganó unas elecciones para las que utilizó toda serie de argumentos falaces,
falsedades, mentiras y artes diversas que no hacen sino envilecer la que, “debería
ser “, noble profesión de político.
Esa fue la primera de sus estrategias en el ámbito
nacional, y por descontado en las Comunidades Autónomas: descalificar con
exabruptos y malas artes la condición del político que, por vocación,
formación, deseo de servicio a la ciudadanía o las tres cosas, trabajan en pos
de un objetivo tan loable como es el progreso y desarrollo de los pueblos,
entendida esta en su máxima acepción.
El PP sabía, y sabe, que ante tamaño descrédito
social, quienes no asisten a votar son los progresistas, el votante de
izquierdas, habitualmente crítico cuando debe serlo, sin tapujos, creyendo,
honradamente, que un mundo mejor es posible, hecho por el cual, para “no dar
cuartos al pregonero” ni ser cómplices de malas artes que conlleven a delitos
de prevaricación, favores en beneficio propio o estafas, se abstienen de
ejercer el derecho de sufragio activo. Por el contrario, también sabe el PP
que, cualquier actuación que lleve a término un político adscrito a las filas
populares, del que además se conozca su filiación ideológica en ámbitos
cercanos al franquismo, no será tenida en cuenta por sus votantes naturales;
esto es, el ciudadano católico, apostólico y romano que, con la gracia de dios,
atiende a razones religiosas y de mantenimiento de su statu quo para votar,
impenitentemente, a la derecha, o sea al PP.
En pocas ocasiones oiréis a un político del PP
pidiendo a la ciudadanía que acuda en masa a votar; saben que la no participación
es un obstáculo demasiado duro para la izquierda; de ahí mayorías absolutas
como la del pasado 20 de noviembre de 2011, provocadas por un alarmante
descenso en la participación del votante progresista -4 millones de votos- y un
leve incremento en las filas populares de 500.000 votos en el territorio
nacional. Y aunque algo diferente sería el principio que provocó la mayoría
absoluta el PP en Castilla-La Mancha, no es menos cierto que el descrédito y
las malas artes que practicó el PP antes y durante la campaña, jugaron en
contra del Presidente Barreda, al que, por poner un pero a su campaña, diría
que éstas se juegan durante cuatro años y, desde luego, nunca a golpe de
titular de prensa.
Ahora, inmersos como estamos en una total
destrucción del Estado del Bienestar que, con mucho sacrificio, conseguimos en
Castilla-La Mancha a lo largo de 30 años de Gobiernos del Partido Socialista –justo es decirlo, con muchas luces y alguna
sombra-, nos vemos abocados a plantearnos la disyuntiva de abandonar
nuestros pueblos de residencia o seguir,
cual galos que resisten al invasor, manteniendo lo hasta aquí conseguido, a pesar de lo que el Gobierno Cospedal pretende
realizar en los pueblos: conseguir que vuelvan a ser el paraíso de segundas
residencias para las familias bien del Barrio de Salamanca y adyacentes; una
especie de coto de señoritingos que antaño consideraban a los pueblos de la sin
par Castilla, y a los aldeanos que los habitaban, un divertimento más de su
monótona y adinerada vida.
Se nos recortan los derechos, y ni tan siquiera nos
queda el derecho de protesta. Ya se han quitado la careta, y muestran sin
ambages su posicionamiento natural, el que les sale de dentro, ese que les
impide ver a los miembros de una sociedad como sujetos iguales, con los mismos
derechos y libertades, las que conseguimos con el esfuerzo de todos, o casi
todos.
En la década de los 80 fuimos capaces de conseguir
una sanidad universal y gratuita para todos los ciudadanos. Un modelo copiado y
alabado por infinidad de gobiernos del espectro internacional, porque igualaba
a la ciudadanía en materia de salud y cuidados a los más desfavorecidos, a
quienes más lo necesitaban sin mirar nombres ni posiciones. Ese modelo, que
situaba en el mapa a los municipios más pequeños, porque todos tenían –y tienen-
su centro de salud, hoy se ve en peligro en Castilla-La Mancha debido a los
criterios economicistas del ejecutivo Cospedal, para el que prima el ahorro frente
al cuidado de la salud. ¿Va a desaparecer la asistencia sanitaria en los
pueblos? Probablemente no, pero desde luego esta dispensa no tendrá lugar todos
los días.
Mención aparte merece el caso de la provincia de
Cuenca. La provincia más despoblada de la región ya está sufriendo los recortes
en su hospital provincial de referencia, el Virgen de la Luz, en el que están
cerrando plantas de forma paulatina y están condenando a los pacientes a un hacinamiento
digno de lugares en conflicto bélico, en los que los profesionales apenas
tienen ocasión de ofrecer un tratamiento adecuado a los pacientes enfermos. De
igual forma, servicios sanitarios preventivos y de detección en los que el factor
tiempo es un elemento fundamental, están siendo trasladados a otras provincias
aumentando el ratio de pacientes en los mismos y, por tanto, incrementando las
listas de espera y quién sabe si condenando al ostracismo a muchos enfermos.
Junto a ello, la educación es el otro gran pilar
que se está viendo desmembrado. Amparados en la reducción de costes y en una “supuesta
ineficacia del sistema”, el Consejero de Educación, Marcial Marín, fiel a la
condición del Gobierno Cospedal de absoluto desconocimiento de la región que
gobierna, pretende cerrar 64 colegios rurales que el curso que viene contarán
con menos de 10 alumnos basándose en criterios de eficacia, tal y como publica
El País en su edición digital de 21 de mayo de 2012: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/05/16/actualidad/1337193682_041662.html,
o Europa Press en una noticia publicada el 14 de mayo de 2012: http://www.europapress.es/castilla-lamancha/noticia-pp-pregunta-argumentario-si-coste-social-politico-cerrar-escuelas-unitarias-lm-seria-asumible-20120514185023.html.
Informes y posturas que no tienen en cuenta, tal y como recoge el periódico
digital Cuenca News, las opiniones de eruditos en materia educativa como ”Zabala, Flecha, Boix, Saura etc… que
defienden la calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje en las escuelas
mixtas y multinivel porque en ellas el aprendizaje se potencia gracias a
la atención individualizada y las interacciones personales de alumnado y
profesorado que se fortalecen mediante vínculos afectivos y emocionales.
El informe
tampoco recoge los beneficios sociales que aporta la existencia de una escuela
unitaria a las localidades más pequeñas como referente de vida y de cultura
para sus habitantes. Sin duda porque quien ha elaborado el informe no conoce la
escuela rural, la escuela unitaria ni la vida en un pueblo pequeño; quien ha
escrito el informe solo tiene en la cabeza referentes urbanos o de poblaciones
grandes como si fueran el único modelo de escuela o el único modelo de vida,
¡qué pobreza y qué tristeza ser gobernados por gentes de tan cortas miras!”
Por estas razones, y por otras que seguirán
exponiéndose en sucesivos post, es necesario que quienes somos y nos
consideramos progresistas, tomemos las calles, nos movilicemos, expresemos, sin
miedo y de forma pacífica, lo que pensamos y, sobre todo, acudamos a votar
cuando, nuevamente dentro de 3 años, tengamos la oportunidad de hacerlo.
Yo no he faltado, ni pienso hacerlo.
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