viernes, 8 de junio de 2012

ENTRE CLASES ANDA EL JUEGO


Le doy vueltas al asunto de los recortes en educación, y sigo sin entender los motivos que justifican tal decisión, a no ser que, siendo perversos, se amparen en razones de índole clasista y costumbrista, y ya no tanto de un modelo económico ultra-liberal; aunque, probablemente, todo tenga que ver.
Busco y rebusco; leo, escucho y trato de comprender las motivaciones del Gobierno de Castilla-La Mancha para perpetrar semejante ataque a la línea de flotación, no sólo del sistema educativo, sino sobre todo a los cimientos de una comunidad autónoma que tuvimos que construir desde la base, desde el inicio, sin más motivaciones ni estímulos que ser dueños de nuestro propio destino, a partir de un campo yermo, baldío, con un sector primario de subsistencia como única actividad económica a la que aferrarse; con una base educativa inexistente y una fuga social de talentos hacia otros destinos, tanto de España como de fuera del país, brutal; con el sambenito de ser el patio trasero de Madrid, al que los señoritos bien iban a pasarse las temporadas de asueto y descanso vacacional como si fuesen los herederos de una tierra a la que no querían darle identidad, más allá de ser el coto de caza de las huestes tardo franquistas que habitaban la capital y su entorno.

Decía Confucio que “donde hay educación no hay distinción de clases”. Quizá la Transición fue un ejercicio de libertad y de reconciliación demasiado rápido, cerrado en falso para muchos simpatizantes de la España nacional ultra católica que vieron en peligro su status, un linaje adquirido por la gracia del caudillo y que, bajo la sombra de la democracia y amparados por falsos ejercicios de pseudo-libertad, reconstruyeron todo el sistema de relaciones pro-clasistas que promovió el franquismo con la esperanza de que, tal vez algún día, volvieran los mismos perros, con distintos collares, a liderar un país y unas regiones que osaban levantarse contra el statu quo construido sobre los lomos de los parias de a tierra. Ese momento está aquí, y frente a lo que un día creímos que era lo justo -dotarnos de todos aquellos elementos que forjasen nuestra identidad como ente autonómico, con colegios, institutos, una universidad regional, centros de salud y consultorios médicos, servicios sociales para proteger a los más desfavorecidos y los que más lo necesitan, programas de apoyo para emprendedores que generasen empleo en nuestra tierra y con programas de empleo para que los habitantes del medio rural dispusiesen de argumentos económicos para no renegar de sus pueblos y tener que emigrar una vez mas-, hoy hasta nosotros mismos -los que no tenemos más amparo que nuestro trabajo y la protección que nos brinda un estado social y de derecho en el que predominaba lo público, tratando de que todos fuésemos iguales- ponemos en tela de juicio la labor de los gobiernos socialistas que ha tenido Castilla-La Mancha, cuyo único delito, tal vez, haya sido querer que todos los castellano-manchegos, de nacimiento y de adopción, tuviésemos todos los servicios básicos a la puerta de nuestra casa, sin tener que desplazarnos a la capital provincial (¡qué lejano queda eso!; ¡y a la vez que cerca!), para disponer de un sencillo pero eficaz sistema de protección en todos los aspectos.

¡Gran labor de desprestigio la que ha llevado a cabo el Partido Popular! ¡E impresionante ejercicio de ignorancia mental por parte de quienes les creyeron!

Desde mayo de 2011, el gobierno de Cospedal se ha empeñado en destruir todo lo andado y recuperar la sociedad clasista que antaño construyó Paca la Culona, en terminología de Queipo de Llano. Y en esa línea de destrucción y caos en que nos ha sumido el ejecutivo manchego, el elemento más llamativo es la destrucción del sistema educativo.

Multitud de expertos han alabado el sistema educativo castellano-manchego. La mezcla de niños y niñas en una única aula, cuando así lo requiriese la situación, con diferentes niveles, llevaba a los alumnos a adquirir conocimientos propios de edades más avanzadas, a fijar mejor lo aprendido y a relacionarse con sus iguales, tuviesen la edad que tuviesen. No supone un gasto; es una inversión para el global de la sociedad, para contribuir, desde las edades más tempranas, a la construcción de una ciudadanía más preparada, más consciente de su ámbito de residencia, consecuente con el esfuerzo que le brindaba una región sin tener que alejarse de sus seres queridos.

Esa filosofía vital ya no existe; Cospedal se está encargando de destruirla porque, sencillamente, ni cree en el sistema, ni aspira a que sus adláteres sean uno más en la sociedad regional. Desconoce las consecuencias de sus decisiones, y tampoco quiere ser consciente de las mismas, porque no es de aquí; porque no conoce nuestra idiosincrasia; porque sus esquemas mentales siguen residiendo en el Barrio de Salamanca, a pesar de haber adquirido un Cigarral en Toledo –otro ejemplo de cómo se mezcla con la ciudadanía- y porque, en definitiva, sabe que su paso por nuestra Región es sólo un trampolín para liderar el Partido Popular en un futuro no muy lejano. Arrestos, desde luego, tiene, porque conozco pocas personas que, en tan poco tiempo, hayan sido capaces de poner patas arriba una Tierra sin encomendarse a nadie, mintiendo si ha sido necesario, sin descomponérsele el semblante por ello ni avergonzarse de sus ineptitudes.

Para reconstruir nuestro futuro tenemos mucha tarea por delante; la más perentoria, luchar para que el Gobierno Popular de Castilla-La Mancha no destruya el sistema que creamos entre todos. La próxima, no olvidar. No olvidar el ataque de Cospedal hacia nuestro medio rural, hacia nuestro sistema educativo y hacia nuestros niños y niñas, que habrán de sufrir situaciones dramáticas por la desfachatez, la incapacidad y el desconocimiento de una Presidenta que quiere volver a poner ladrillos en el patio de atrás de su vivienda, algo que tiramos abajo hace ya algún tiempo.

De nosotr@s depende.


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