jueves, 16 de abril de 2009

FRIEDMAN, EL CAZADOR CAZADO


Una de las primeras lecciones que enseñan en las carreras de ciencias sociales es que la economía está llena de fluctuaciones; de ciclos alternos que tan pronto se sitúan en épocas de crecimiento, como de caída.


Desgraciadamente, hoy en día nos encontramos en esta segunda etapa, con situaciones muy complicadas que están afectando, indistintamente, a empresarios de toda índole y condición, economías familiares y sector público. La paralización del mercado es evidente y, desde los diferentes ámbitos de Gobierno, en todos los estamentos administrativos, se están tratando de tomar medidas que corrijan los desatinos del mercado libre.


En estos tiempos, cuando los ámbitos públicos y privados solicitan a los Gobiernos la adopción urgente de medidas que palien la grave situación de recesión que padecemos, me vienen a la cabeza las tesis de Milton Friedman y el Neoliberalismo, tan celebradas por los Gobiernos conservadores de finales de los setenta y principios de los ochenta –Thatcher, Reegan, Nixon,…-, y posteriormente por los populares europeos, con especial incidencia en el Gobierno de Aznar.


Por si no estuvieseis familiarizados con la temática, os diré que Friedman fue el ideólogo del neoliberalismo, teoría económica que aboga por la no intervención pública en la economía; el control de la misma debía estar en manos privadas, y sería el propio mercado el que se autorregulase, poniendo a cada uno en su sitio.


Sumidos en una crisis galopante -hay quienes afirman que es la más grave desde el crack de 1929-, los Gobiernos de medio mundo han optado por la puesta en marcha de medidas con las que hacer frente a la inestabilidad comercial para reactivar el mercado. Desde todos los sectores se piden pautas que sirvan para compensar las pérdidas a las que, en la actualidad, tienen que hacer frente.


En los periodos de vacas gordas, cuando era el mercado quien regulaba las transacciones comerciales, y en las grandes y pequeñas empresas los beneficios abundaban, nadie se acordaba del Estado. La principal preocupación era engordar las cuentas corrientes y desarrollar políticas laborales cercanas a las tesis neoliberales, olvidando las duras condiciones a las que se enfrentan diariamente los trabajadores, y a los que, al menor atisbo de petición de incremento salarial o mejora de sus condiciones laborales, se respondía con un apercibimiento de despido y una amenaza del estilo “si no estás conforme, hay mucha gente que estaría encantada de hacer tu trabajo”. Es por ello que estos pseudos- empresarios solicitaban encarecidamente una mayor flexibilización del mercado laboral, abogando por el despido libre como un sistema maravilloso que dinamiza los mercados, eleva la competitividad, fomenta la economía y nos inunda de bienestar y riqueza.


Friedman, en una de sus frases lapidarias, afirmaba que “soy Republicano por cuestiones de conveniencia, no de principios (era norteamericano). ¿Quién puede fiarse de alguien que antepone su conveniencia a sus principios ideológicos?


Tengo la impresión de que los que abogaban por las tesis liberales como forma de progreso, crecimiento y desarrollo, hoy son los cazadores cazados. Hicieron de las tesis de Friedman su abc particular, y ahora, cuando el libre mercado fracasa por la excesiva especulación que ha tenido lugar a todos los niveles, con especial relevancia en el sector de la construcción y los mercados financieros, piden la intervención de los Gobiernos. Donde dije digo, digo Diego. ¡Bienvenidos al imperio del cinismo!.


Y como muestra un botón.


El ideólogo de la derecha española y agitador de las ondas, Federico Jiménez Losantos, ha puesto el grito en el cielo porque la Cadena COPE ha decidido que no va a continuar y quiere despedirlo.


Como buen “Neocon”, tantas veces defensor de la flexibilización laboral, ha optado por modificar su discurso, y ahora, cuando el vencido es él, se viste la camiseta revolucionaria y aboga por el cumplimiento de su contrato; de no ser así, sus abogados velarán por la defensa de sus derechos laborales, indemnización incluida.


No creo que Federico tenga problemas para llegar a fin de mes. Me preocupan más los trabajadores que han sufrido los desmanes de los defensores del Neoliberalismo, que se han quedado en la calle con una hipoteca a la que hacer frente por tratar de mejorar sus condiciones laborales con la ¿sana? intención de ofrecer a sus hijos una vida más razonable.


Opino que es necesario hacer un esfuerzo extra e impulsar la economía mediante la reactivación de los mercados. Sólo así podremos hacer frente a esta situación. Y son los Gobiernos quienes deben adoptar las medidas pertinentes para que los desvaríos economicistas no vuelvan a repetirse.


Y después de esto, ¿alguien abogará por el neoliberalismo como forma de actuar en los mercados internacionales?; cuando se reactive el ciclo económico, ¿las empresas ofrecerán parte de sus beneficios a las arcas públicas para compensar las ayudas que se les están prestando?; ¿accederán a bajarse al sueldo los grandes directivos –léase SEAT- para incrementar la situación de los trabajadores?


Es el momento de la ideología, de la apuesta por los principios socialdemócratas como vehículo de crecimiento, del Estado del Bienestar como garante de una vida digna para todas las familias.


Que el tiempo no os cambie.


1 comentario:

  1. Me temo que no. Y como dices "como muestra un botón", los gobiernos están desarrollando medidas "parche" para reactivar un modelo económico que nos volverá a arrojar contra el muro, porque el actual sistema económico está en decadencia y no puede aportar ningún remedio. Hace falta más imaginación y tal y como dice Valentí Pich Rosell, presidente del Consejo General de Colegios de Economistas, es necesario un nuevo modelo productivo.

    El "salve" a los emprendedores tiene sus matices. "Salve" a aquellos emprendedores que realmente generan riqueza, los que se "juegan sus cuartos" en actividades realmente creadoras de "algo", pero no para aquellos que se "juegan los cuartos" (nuestros cuartos, porque generalmente suelen pedir créditos a los bancos y cajas) para especular y no para crear. Esos no generan empleo y riqueza, sólo la de sus cuentas bancarias. Venden papel, porque el papel lo soporta todo, y mientras más papel mueven más vale, más dinero ganan. A esos "ni agua"

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